La Presidenta del Tribunal Constitucional (TC), ministra Daniela Marzi Muñoz, asistió el 6 de noviembre al Complejo Penitenciario de Alta Seguridad de Rancagua, donde presenció el día de la primera lectura de adultos que están en la cárcel y que vieron su trayectoria educativa truncada. Junto con el recinto penitenciario concesionado que funciona desde el año 2006, lo hace la Corporación educativa Juan Luis Vives, que administra dos colegios en las cárceles: uno en Valparaíso y el otro en Rancagua. El recinto particular subvencionado cuenta con 471 estudiantes adultos en contexto de encierro en la Región de O´Higgins.
Tras la visita al recinto de calle La Gonzalina en Rancagua, la presidenta Marzi, señaló que “asistí a la Ceremonia de primera lectura en voz alta de reos adultos que hicieron su proceso de alfabetización en esta Institución educativa −que existe y que está dentro de la unidad penitenciaria de Rancagua−, porque me parece trascendente la entrega de la capacidad lectora y de escritura como forma de mejorar su vida ahora mismo, estando en reclusión y ojalá también una vez que recuperen su libertad. Un proyecto de estas características se vincula a la dignidad de todas las personas y sus posibilidades de desarrollarse, como compromete el Artículo 1° de nuestra Constitución”.
Al evento de alfabetización, también asistieron diversas autoridades locales, como la Seremi de Educación, Alyson Hadad Reyes y la directora del colegio Juan Luis Vives, Luz Herrada Núñez. Esta última valoró la presencia de la presidenta de esta Magistratura: “gracias por visibilizar lo que hacemos como Colegio Juan Luis Vives, al interior del Complejo Penitenciario de Alta Seguridad de Rancagua, donde claramente se habrá dado cuenta que nuestro objetivo macro es habilitar de mejor forma a estas personas privadas de libertad de conductas prosociales y herramientas laborales que den, una mayor oportunidad de igualdad desde el momento que aceptan la intervención educacional. Por eso trabajamos hasta el mínimo detalle, para que sientan y refuercen que el hacer cosas buenas tiene grandes recompensas emotivas y familiares, insertándose mejor a la sociedad”.
A través de esta Corporación educativa, las personas privadas de libertad pueden elegir una formación en el área científica-humanista o técnico-profesional (en electricidad, instalaciones sanitarias o servicios de alimentación colectiva).